Murray Attaway regresa con Tense Music Plays — Una obra maestra brillante y esperada con ansias
- Stevie Connor
- hace 2 días
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Crédito fotográfico: Layla Attaway
Más de treinta años después de su último álbum solista, In Thrall, y años después del cierre del telón de Guadalcanal Diary, Murray Attaway ha vuelto — no con un susurro, sino con una voz segura y bellamente desgastada por el tiempo. Su nuevo lanzamiento, Tense Music Plays, es conmovedor, valiente y, en muchos momentos, electrizante. Una prueba viva de que el verdadero arte no se oxida; se profundiza.
Attaway, figura enigmática y alma de Guadalcanal Diary — una de las bandas más aclamadas de la escena musical de Athens, Georgia en los años 80 — siempre ha escrito como alguien con un pie en el mito y el otro en el suelo del sur estadounidense. Tense Music Plays mantiene esa mezcla única de misticismo, ironía afilada y narrativa sincera, llevándola a nuevos terrenos sonoros sin perder la esencia.
El álbum está dedicado a Jeff Walls, cofundador de Guadalcanal y compañero creativo, fallecido en 2019. Su ausencia se siente profundamente, pero su espíritu habita cada acorde. No es sólo un álbum solista más: es una continuación de la historia que ambos comenzaron juntos.
Con Mark Williams como ingeniero (Southern Culture on the Skids, Joe Walsh...), Attaway ha construido un sonido nítido, íntimo y profundamente auténtico. Lo acompaña Robert Schmid (Swimming Pool Qs) en batería y bajo, quien da fuerza a tres canciones potentes: Breath (sobre la pérdida y el desapego), Hole in the Ground (un ataque directo al orgullo falso), y You Were There, un himno vibrante de amor y gratitud. Estas canciones bien podrían haber estado en un disco de Guadalcanal, pero aquí brillan con madurez y una fuerza renovada.
El resto del álbum se mueve en territorios más introspectivos. Stars Behind the Moon aborda los mitos del blues del Delta con un violín fantasmal a cargo de Ana Balka. Las piezas solistas Never Far Away y Stranger son confesionales, íntimas, llenas de melancolía. Better Days, coescrita con Layla Attaway, es un canto nostálgico y cálido. Y Old Christmas, inspirada en el folclore de los Apalaches, inicia como un dibujo animado de Max Fleischer y termina siendo un rock espiritual con alma y garra.
A lo largo de Tense Music Plays, Attaway demuestra que aún ve la composición como arte y arqueología. Aquí no hay prisas, solo canciones excavadas hasta revelar su esencia pura. El álbum es personal pero no egocéntrico, pulido pero sin artificios. Es obra de un artista que sabe qué historias importan, y cómo contarlas.
“Siempre termina en mi jardín”, dice sobre su música. Y ese jardín, sin duda, está floreciendo.
Un regreso magistral y uno de los discos más profundos del año.

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